UN CUENTO

Érase una vez, un Universo oscuro, un Universo negro, un Universo helado y matemático.

No se sabe por qué, dos estrellas se miraron y se enamoraron.

Tan grande y hermoso fue su amor, que dejaron de describir inefables órbitas alípticas, para dibujarse tiernos corazones entrelazados.

¡¡Se querían tanto!! Pero la distancia era tan grande, que no podían acariciarse, ni besarse. ¡¡Si por un solo instante pudieran estar juntas!!

Pero eso estaba prohibido en un Universo oscuro, en un Universo negro, en un Universo helado y matemático.

Aun asi, no se resignaron a vivir separadas, alejadas por un denso y silencioso vacío; así que decidieron quebrantar la eterna ley del perfecto y ordenado Universo. Con un cómplice guiño, se salieron de sus órbitas, convirtiéndose en dos estrellas fugaces, dirigiéndose a un mismo destino a la velocidad del deseo y del cariño.

Solo querían besarse, sabían que ése sería su primer y último beso, pero a pesar de ello, continuaron vertiginosas su sendero suicida... Hasta que se encontraron, fundiéndose en un luminoso y bello abrazo de AMOR Y MUERTE.

Fue el precio que tuvieron que pagar por quererse en un Universo oscuro, en un Universo negro, en un Universo helado y matemático.

Ellas fueron las primeras, pero si alguna noche de verano, mirando al cielo, ves una estrella fugaz, piensa que en algún lugar hay otra, que están enamoradas y que aunque vivamos, en un Universo oscuro, en un Universo negro, en un Universo helado y matemático, lograrán encontrarse, se besarán por un instante nada más y desaparecerán entre destellos de AMOR Y TERNURA.


martes, 13 de diciembre de 2011

Estás ahí


Deseo tanto deshacerme de ti,
de mis pobres recuerdos contigo,
de mis tantos sueños a tu lado,
pero quiero seguir soñándote.
Quiero seguir amándote en las noches,
quiero seguir despidiéndome cada mañana,
como lo he hecho desde que te conocí
y regresar, otra vez, como siempre,
en cada luna, cuando mis párpados caen
y queda todo en silencio
y llegas tu a soplarme en el alma,
a cantarme en el corazón,
a tocar con tu lejanía mis venas,
a inyectarte en mi piel.
Y ahí estás, junto a mí
tan inalcanzable como siempre,
tan lejos que no te puedo tocar,
pero a la vez tan cerca de mi
así… como cada noche… en mis sueños

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